En busca de la urbe perdida

Artes visuales

La colectiva Delirios urbanos, que se presenta en la Galería Cuarto de Máquinas, reúne seis proyectos ex profeso que trazan reflexiones plásticas sobre cómo habitar la urbe.

La curadora Josefa Ortega arma un delirio plástico. Los seis jóvenes artistas convocados crean piezas que proponen si no otras salidas, sí otros sueños. A través de distintas técnicas nos conectan con esos contextos que la gentrificación, la especulación y la sobrepoblación, entre muchos otros factores, han desdibujado, para retrazar ciudades que cada día ofrecen menos espacio para la vida.

La instalación Hederá, de Aníbal Catalán, incomoda. Al recorrer esta enredadera que se expande en bloques de madera, aluminio y PVC, nos sentimos invadidos, apretados, tal como en las calles donde la negociación con el espacio público ya es una guerra.

Circe Irasema recurre a la pintura para recrear los ambientes hostiles que surgen a partir de la repetición. La serie Puertas blancas estilo americano juega con la uniformidad; traza puertas, chapas, cerrojos aparentemente iguales, que la gente instala para protegerse. Usa óleo también para imaginar las memorias que se esconden en cada número que integra el conjunto (701, 702, 703 y 704). ¿Qué hay detrás de esa monótona repetición del gesto que domina las ciudades? En esta dirección reflexiona Daniel Ventura. Su pieza Vértice, que recupera materiales urbanos (chapopote, concreto, acero), crea volúmenes en los que “conviven” la informalidad y la entropía que rigen las megalópolis.

Rolando Jacob, en su políptico Progresión inversa, desnuda los planos arquitectónicos y nos deja ver cómo se ha abandonado la búsqueda de espacios habitables por espacios rentables en lo público y lo privado.

Los Paisajes invisibles, de Blanca González, recupera los ríos que alguna vez conectaron a la ciudad. ¿Dónde están? Debajo del grafito. El espectador puede casi ver el rumor de esos afluentes entubados que han crecido proporcionalmente a las necesidades de los urbanitas. Por último, Tiempos cruzados, de Jimena Schlaepfer, crea un ambiente de luces y sombras en los que conviven venados, ocelotes, pecarís, mapaches y otros animales —en cerámica y madera recortada— que habitaron el Valle de México, cuestionando la devastación y creando una fábula en la que conviven las muchas ciudades que dan identidad a la Ciudad de México de hoy.

Esta exposición recupera memorias que han sido borradas por la mancha urbana, enriqueciéndolas con sus mitos y metáforas.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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