Cultura

El teatro también es para reírnos de nuestros defectos y fallas: Pablo Perroni

El productor y actor presenta por tercera ocasión la adaptación en español de The Norman Conquests, del dramaturgo inglés Alan Ayckbourn.

El productor, actor y empresario teatral Pablo Perroni considera importantísimo que la gente pueda reírse de sí misma, de sus defectos y fallas al ver una comedia como la trilogía del dramaturgo inglés Alan Ayckbourn, The Norman Conquests (1973), que por tercera ocasión desde 2010 ha montado en México de la mano de Mariana Garza con el nombre de Solo quiero hacerte feliz, con taquilla agotada a pesar de ser tres obras en una, que pueden verse por separado o solo una, aunque es mejor de un jalón.

La trilogía fue adaptada a México, “tropicalizada” —dice Perroni en entrevista — por Alfredo Michel y en su tercera y muy probablemente última temporada se presenta en el teatro Milán (Lucerna 64, colonia Juárez), que justamente fue construido después de la primera por el actor y productor y Garza, entonces su esposa, con el fin de tener las condiciones para presentar sus tres partes en un mismo foro.

Las tres piezas: En el comedor, En la sala y En el jardín (Table Manners, Living Together y Round the Garden, en el original de Ayckbourn, quien hace juegos de palabras en todo momento, desde el mismo título principal, una burla a la historia de Inglaterra, al aludir a la Conquista Normanda del siglo XI por Guillermo el Conquistador) se presentan de viernes a domingo, una por día, o el domingo las tres juntas.

“Después de la pandemia todos somos sobrevivientes; aunque el virus no ha desaparecido, tenemos que aprender a vivir así. Todos experimentamos alguna pérdida, pero podemos contarlo, podemos aprovechar y vivir y disfrutar y reír. Para nosotros fue muy duro tener el teatro cerrado por la covid-19, porque mucha gente, muchas familias dependen de esos teatros, es su fuente de trabajo”, explica Perroni sobre la obra que aborda las relaciones dentro de una familia disfuncional, donde su personaje, Mauricio (Norman), un Don Juan de los 70 inspirado en Mauricio Garcés, pone en jaque a las mujeres.

“Entonces, era importantísimo podernos reír, es sano, es necesario. Y más, hoy en día podemos reírnos de nosotros mismos, de nuestros defectos, fallas, para eso es también el teatro, para verte reflejado, para hacer catarsis. No hay manera de no sentirte identificado con alguno de los seis personajes de Solo quiero hacerte feliz o con varios, con las relaciones que establecen entre sí porque así somos, no importa que se ambiente la obra en la década de los 70 o que se haya escrito en Inglaterra: la naturaleza del humano es esa, hay una necesidad de hacer feliz y está quien quiere hacerte feliz a como dé lugar”.

Y sin duda, las más de un centenar de personas que asisten al Milán los domingos a cada una de las tres funciones no paran de reír desde En el comedor (de 13:00 a 15:30 horas), En la sala (de 17:00 a 19:00 horas) hasta En el jardín (que arranca a las 19:30 horas y termina después de las 21:00 horas), una jornada de más de 8 horas de teatro y comedia que define Perroni para “desquiciados”, tanto actores como público.

“Es la mejor manera de verla, las tres seguidas el mismo día, una hace referencia a la otra, es la misma historia contada en tres lugares. Entre más datos tengas, más divertida es”, confiesa Perroni, que desde la primera temporada ha encarnado a Mauricio, esposo mantenido e infiel de Raquel (Yuriria del Valle), hermana de la bovariana Ana (Garza) y de Rey (Carlos Rangel), esposo mandilón de Sara (Mariana Gajá). A ellos se suma Neto (Mario Alberto Monroy), un veterinario ingenuo enamorado de Ana, con quien comparte en una casa de campo en Cuautla el cuidado de un séptimo personaje que nunca se ve, Mamuy, matrona del clan y ex devoradora de hombres a cuya falta en su vejez atribuye sus achaques.

—Dijo al final de En el jardín que era una obra para locos. ¿La risa es para locos o para cuerdos?

Para todos. Los que nos dedicamos a esto necesitamos tener más locura que cordura. ¿A quién se le ocurre hacer una trilogía en un país en el que la gente no va al teatro, si bien tenemos una cartelera enorme y es uno de países con más teatros, hay para todos los gustos, pero la gente no va. Sí ha ido creciendo, después de la pandemia ha habido un resurgimiento y las salas están llenas, se ve una necesidad de la gente de regresar al acto teatral, a convivir y a tener una experiencia única e irrepetible. Pero sí podría pensar que es una labor de locos, de desquiciados, el montar no sólo una obra, sino tres, y, además, esperar que el público vaya y dedique todo su domingo a estar con nosotros.

"Si yo no lo hubiera experimentado en Nueva York, viviendo lo emocionante y satisfactorio que es ir descubriendo la obra poco a poco y cómo estos personajes te van envolviendo y te van haciendo formar parte de la historia, no lo habría creído. Los domingos que hemos tenido completa la trilogía, con teatro lleno, nos comprueba que sí hay gente loca en esta ciudad, en este país, para que se haga posible".

Perroni recuerda que después de haber visto la trilogía de Ayckbourn todo un domingo en Broadway, junto con Garza la montó en México en 2010, también con gran éxito en taquilla y luego en 2015.

“Es un proyecto al que le tenemos mucho cariño. La primera vez que la montamos, si bien nos fue muy bien con la crítica, sufrimos mucho en los teatros en los que estuvimos, al punto de decidir Mariana y yo, en lugar de quejarnos, construir un teatro. Y esa fue la razón, después de la primera temporada de Solo quiero hacerte feliz, que empezamos a construir el teatro Milán y el foro Lucerna. Es una obra que cambió nuestras vidas en muchos sentidos”, revela Perroni, quien ahora la produce con Juan Cabello.

Aunque se anuncia como comedia, las discusiones e historias de esa familia son más complejas, hasta trágicas. A medida que el espectador pasa de una pieza a la otra, va llenando vacíos sobre esa familia. Perroni comenta que quedó maravillado por los personajes creados por Ayckbourn y por cómo se desenvuelve la historia en formato de trilogía, casi como en una serie actual, a pesar de ser de los 70.

“Además, me pareció divertidísima, el humor de Alan Ayckbourn es de gran inteligencia. Y, como bien dices, se anuncia como comedia, pero son personajes más complejos, historias dramáticas, los personajes trágicamente tienen defectos grandes y son realmente infelices y están en busca de eso, de satisfacer al otro y de encontrar la felicidad, y se ve claramente que no lo logran. Habla sobre relaciones de pareja, entre hermanos, padres e hijos (aunque no vemos a la madre, siempre está ahí).

“Es una obra muy inglesa, el humor, las referencias, pero cuando la vi en Nueva York, entendí que es una historia muy universal, que es importante que se deje ambientada en los 70, porque los personajes no pueden contar las mismas historias con la tecnología de hoy, con celulares y computadoras. Alfredo Michel fue el encargado de la traducción, adaptación y tropicalización de The Norman Conquests; hizo una gran adaptación, la gente no sabe que es una obra inglesa, no puede creerlo, porque hizo una gran labor al traerla a Cuautla, con todas las referencias y el lenguaje de los 70 en México”, subraya.

—En el contexto actual de las mujeres y sus derechos, del feminismo, de la violencia de género y de pareja, sorprende que mujeres se rían en las funciones de los actos de un personaje como Mauricio.

Definitivamente, increíble. Afortunadamente, han cambiado las cosas y hay cosas que ya no dan risa, que ya no deben ser. Pero la naturaleza del personaje sigue siendo la misma; ahora es encantador, no es un hombre que maltrate a las mujeres, lo que hace es seducirlas, él dice que quiere hacer feliz a todo el mundo, es su debilidad con las mujeres, tiene tanta capacidad de amar y tanto que entregar que no discrimina y se encarga literalmente de hacer feliz a todo el mundo. Está encerrado con tres mujeres (su esposa Raquel, su cuñada Ana y su concuña Sara), a las que acaba seduciendo.

Sí, fuimos muy cuidadosos de no faltar al respeto. Sigue siendo verdad que muchos hombres que son mujeriegos, machos, no necesariamente son agresivos, violadores; hay quienes lo hacen con pura labia y hay quienes engatusan. Y, pus sí, hay muchas mujeres que no están para nada de acuerdo con los modos de Mauricio. Curiosamente, el personaje de Neto, noble, bueno, pero lento, es mucho más popular entre ellas. Es muy interesante cómo hemos evolucionado, y hay cosas que ya no son permitidas o que se presentan de esta manera y se juzgan diferente, porque hasta hace tiempo eran normales. Hubo que hablarlo mucho y adaptarlo de cierta manera para que Mauricio no acabara siendo eso: un abusador. Lo que lo salva es su personalidad y esta necesidad de ver a todo mundo feliz.

—Su personaje de Mauricio, en su amoralidad, me recordó al Don Giovani de Mozart, pero, sobre todo, tropicalizado, como usted dice, a Mauricio Garcés.

Justo por Mauricio Garcés se llama el personaje Mauricio, está bastante basado en esa referencia, en el Mauricio Garcés de esa época de los 70, que sí era encantador y traía a todas las mujeres cacheteando las banquetas, y nunca fue grosero, era un caballero, y era encantador y maravilloso, y todas querían con él. Pero a diferencia del personaje de Norman, en el original inglés, Mauricio es bibliotecario de medio tiempo, es un fodongo, un mantenido, pero adentro tiene la personalidad de Mauricio Garcés justamente. Esa es la razón por la que Alfredo Michel le puso Mauricio al personaje.

—Una de las paradojas de su comedia, dentro de su riqueza, es que es muy cruel y hasta trágica.

Como la vida misma.

—El caso de Neto, todo mundo se ensaña contra él, hay mucha crueldad sobre su personaje.

Ana lo describe muy bien: de repente podemos ser crueles con las personas que más queremos, con personas que no lo merecen, por lo mismo que no se dan a respetar. De alguna manera, ves una evolución en Neto, que es un hombre sencillo, que vive en el campo, que se dedica a sus animales, no tiene grandes aspiraciones, ni preocupaciones ni disyuntivas. Un hombre del campo, muy plantado en la tierra, totalmente diferente a Mauricio, que vive en el aire, que es un soñador, un romántico, un aventurero. Es increíble tener a esos dos personajes opuestos cortejando a Ana.

“El personaje ha evolucionado. Mario Alberto Monroy se ha reencontrado con el personaje e ido más a fondo, a excarbarle, a hacerle más preguntas, y volverlo más complejo. Podría parecer que es más lento pero hay en él una personalidad diferente que no tiene los mismos procesos mentales, eso no quiere decir que está mal, simplemente tiene otras necesidades y aspiraciones. Él ama Ana, estoy seguro, nomás no se atreve con ella o no está seguro del compromiso, porque nadie se lo ha enseñado”.

El productor y actor contrapone también al personaje de Reynaldo, el cuñado, un hombre casado que se fue a buscar a Sara, una mujer como su madre, para que lo controle y le diga todo el tiempo qué hacer.

“Tienes a toda esta paleta de personajes masculinos, en la que curiosamente, a pesar de que la obra transcurre a mediados de los 70 (1974), los personajes femeninos son más fuertes. Está Raquel, esposa de Mauricio, una mujer totalmente adelantada a su tiempo, que trabaja, mantiene al marido y no tiene ningún problema en admitirlo y sabe perfectamente cuál es la situación con él sobre sus infidelidades. Sara, que todo el tiempo se está quejando, pero al final ella es la que lleva los pantalones de la casa frente a Reynaldo. Y Ana, que se hace cargo de la madre y de la casa y gracias a ella todo funciona”.

Solo quiero hacerte feliz ha causado muchas risas en cada una de sus partes desde su primera temporada, en el teatro Independencia, que para septiembre de 2010 había acumulado 100 representaciones. En su nueva sede en el Milán, que cerró tras los terremotos del 19 de septiembre de 1985 y fue reconstruido y reabierto por la pareja Perroni y Garza en 2014 gracias a esta obra, tendrá temporada de 12 semanas del 8 de abril hasta junio, siempre bajo la dirección de Juan Ríos Cantú.

Los viernes es a las 20:30 horas (En el comedor), los sábados 18:15 (En la sala) y a las 20:45 (En el jardín). Y los domingos a las 13 horas (En el comedor), 17 horas (En la sala) y a 19:30 (En el jardín).

“Lo más probable es que será la última temporada que hagamos, porque los personajes tampoco pueden ser mayores de lo que ya somos. Pues sí, es la última oportunidad de ver una obra en este formato, una trilogía, y poder verla el mismo día”, aventura Perroni, que en 2021 se divorció de Mariana Garza.

—Una paradoja es que los personajes se llevan pésimo, pero entre los actores hay mucha química. Vuelve a trabajar con Mariana Garza ¿cómo es esta nueva experiencia con este elenco?

Trabajar con Mariana es de las cosas más maravillosas que hay en el mundo. Es una de las actrices más generosas que conozco, tiene la capacidad de estar al ciento por ciento en el escenario. Es una actriz totalmente orgánica. Y cuando tienes una actriz que está reaccionando todo el tiempo, en tiempo real, y congruente, y que te ve a los ojos, es una maravilla. Esta obra es muy importante para los dos, la construimos juntos igual que para ella construimos el teatro Milán. Mariana está ahora como actriz, pero ella hizo en principio que se pudiera llevar a cabo esta gran tarea de traer tres obras a la cartelera.

“A Mariana Gajá, desde que la conocí le dije que ella sería una perfecta Sara; conoce a Sara mejor que nadie, es un regalo. A Carlos Rangel lo conozco desde hace años, pero nunca había trabajado con él; lo quiero mucho, además de un gran actor es uno de los seres más generosos que conozco y se necesita mucha generosidad para esta obra, que es un ensamble, que tiene que estar muy bien calibrada, debe funcionar perfecto, las entradas y salidas, tiene que ser precisa, muy clara en lo que se dice, en la información que se dice, cuándo se dice, porque además se repite, porque está diseñada para que puedas ver una parte y puedas entender completamente todo, pero también para que puedas ver las tres y no te parezca repetitiva. Hay todo un plan de Ayckbourn y es muy complejo, me atrevo a decir que es la obra más compleja que hemos hecho, porque, además, hay una referencia con las demás y todo afecta a la otra. Se necesitan seis actores que estén completamente comprometidos, que haya armonía y generosidad y una escucha absoluta. Y eso es poder volar juntos, que funcione contar esta historia para que el público la goce, de la manera en que nosotros como actores la estamos gozando”, concluye.

PCL

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José Juan de Ávila
  • José Juan de Ávila
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  • Periodista egresado de UNAM. Trabajó en La Jornada, Reforma, El Universal, Milenio, CNNMéxico, entre otros medios, en Política y Cultura.
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