La exposición Ojo–Hoja del artista Juan Iván González de León, que se presenta en el Museo de la Ciudad hasta el 19 de febrero, explora el dibujo con la misma curiosidad con la que recoge vestigios de la naturaleza para crear un palimpsesto urbano plástico.
Las cuatro series que integran esta muestra —“Taxonomías urbanas”, “Zoomorfías”, “Cuaderno de artista” y “Esculturas”— son constelaciones que parecen estar en movimiento, una acción generada por la mirada del visitante, quien de pronto no sabe hacia dónde mirar… y como sucede al observar cielos estrellados, poco a poco se van descubriendo senderos conceptuales contenidos en formas figurativas laberínticas que sugieren conexiones con el ruido visual y con el silencio del oficio artístico.
Cada serie es un conglomerado de imágenes, de notas al pie de la historia del arte, de ruidos citadinos, de huellas que —a pesar de nosotros mismos— nos llevan una y otra vez a pensarnos parte de esa naturaleza a la que insistimos en enmarcar, que se asoma traviesa en alguna página de periódico, en rótulos, revisteros, logotipos o publicidad. Su presencia pasa casi desapercibida. Sin embargo, pese a nuestra ceguera, se reintegra a un imaginario en el que también caben árboles que rompen banquetas, cuyas raíces trazan rutas alternas que se desbordan en los dibujos monocromáticos de gran formato, proponiendo recorridos abstractos que invitan al espectador a entender el dibujo como una herramienta para contemplar —e inventar— el mundo.
A este artista le interesa el proceso; quizá por ello la obra está desplegada más como un laboratorio, un estudio abierto que juega con la posibilidad de que podría tener otro orden y quizá contarnos otras historias. No hay cédulas, así que al espectador no le queda más que atreverse a mirar, a explorar… Así va descubriendo rastros de semillas, hojas, animales, aves que integran una anatomía visual en la que cada elemento es en sí una huella, que en conjunto construyen una idea de ciudad dibujada como un collage de imágenes perdidas, de “basura” reciclada visual y plásticamente a través de distintos soportes y técnicas (fotografía, grabado, escultura, pintura).
En la obra de González de León el dibujo genera su propia lógica, conduciendo al observador a un viaje del ojo a la hoja. Una travesía que nos hace reflexionar en el dibujo como una forma de narrar y también de ver, y como una filosofía. En esta exposición el dibujo se regenera, se reinventa para crear un ecosistema visual.