Con 85 años, doña Catalina Santos sigue trabajando. Antes lo hacía como empleada en una mueblería, pero con el paso de los años la mejor opción para ella fue colocar un puesto con chacharitas, esas cosas que las familias olvidan después de comprar la comida en el Mercado Alianza.
“Tengo como 13 años trabajando aquí. Comencé vendiendo poquito, bolsitas que hacía yo, monederos, nada más. Eran bolsas de tela porque trabajaba yo en Muebles Tumoine, y entonces pues yo hacía mucha bolsa y así empecé y luego le metí más cosas.
“Se me enojó mucho una señora pero dije Achis’, pues si al cabo dios amanece para todos’ y mire, yo comencé a meter muchas cosas y ella me copio porque ni tenía”.
Esta actitud ha permitido que estos pequeños negocios vayan creciendo en una buena competencia. Pero lo injusto es que una mujer de esa edad continúe trabajando, sin contar con seguridad social.
En el mes considerado para festejar a los abuelos, doña Catalina sabe que estar en casa le implica más trabajo, pues debe lavar, planchar, limpiar casa y hacer comida para las criaturitas. Al menos en su puestito compite con otras vendedoras y todas intentan sacar adelante a sus hijos.
“A veces salen 300, no se crea, es que hay mucha competencia. Es poquito y a veces 200 y así. Sábado y Domingo es cuando vende uno un poquito más, hasta 400, que si tuviera más cosas vendería más.
“Yo tengo unas 15 cosas pero son inteligentes porque yo busco la manera de que lo que olvidaron lo encuentren aquí. La gente viene y se lleva cualquier cosita y es como se viene uno alivianando. Veneno para ratas no tengo, nomás tengo para asquelitos (hormigas) y polvo de avión, nada más”.
En el mercado Alianza, asegura la señora, nunca se acaba la plaga de ratas.
Pero un remedio infalible para exterminar ratones es mezclar yeso con harina y dejarlo en una vasija, junto a otra con agua. Los ratones comen y beben y al rato traen cargada la panza con una piedra que no pueden expulsar.
“Con esos animales puras pérdidas, no se crea. Si yo aquí una vez me ruñeron, dejé los monederos y todos me los ruñeron, están bárbaros. Yo sigo viniendo porque tengo a dos de mis gentes en la casa y sin trabajo, pero a la que ayudo más es a una que tiene al marido sin trabajo, ya ve que salió el PRI y salieron todos, entonces casi nomás vengo por esas dos niñas”.
Entre los puestos de verduras, aparece de pronto una reja con cuadernos o las películas piratas. La competencia del mercado obliga a meter otros productos, asumir otras iniciativas, pero con 85 años, doña Catalina Santos sigue luchando.