Cuando se habla de literatura de viaje, el nombre de Cees Nooteboom aparece de inmediato: a lo largo de más de medio siglo, el escritor holandés ha recorrido buena parte del mundo, desde el norte hasta el sur de Holanda, desde Australia hasta México.
Como parte de esos recorridos, el autor de títulos como Cartas a Poseidón, En las montañas de Holanda, Perdido el paraíso o El azar y el destino se encuentra en México dentro del programa de actividades del Hay Festival Querétaro, donde reconoció en la poesía a una de sus principales pasiones, aunque no ha tenido el tiempo para desarrollarla de manera más amplia.
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“La poesía es mi pasión principal, pero no es algo que se empiece a las nueve de la mañana y termine a las cinco. Tiene que llegar a uno. T. S. Elliot dijo ‘hay una edad en la cual la poesía no llega’, pero por ejemplo estuve en una isla del norte de Holanda en diciembre y se me ocurrió escribir un libro con 33 poemas”.
En el género poético ha producido una extensa obra, sin embargo, el viaje ha resultado fundamental en su proceso creativo prácticamente desde sus inicios, recordó el narrador: su primer libro publicado, Philip y los otros, fue resultado de un viaje en “autostop” en Francia, la historia de un joven que se enamoró de una chica de origen chino y la busca por toda Europa de esa manera; al final la encuentra y la pierde, como muchas cosas.
“Este libro nunca lo habría podido escribir sin los viajes de autostop. Así, también, durante un viaje por Australia, me vino la idea de unas chicas brasileñas que buscan conocer los secretos de los aborígenes de ese país y viajan por ese país enorme y les pasa algo que me sucedió a mí”, contó en español Nooteboom sin querer compartir el final de esa historia.
Dentro de esos libros se encuentra El desvío a Santiago, considerado como una obra maestra de la literatura de viajes, en el cual narra cerca de dos décadas de viajes por España.
Del amor al español y otros placeres
Cees ha formado parte de la lista de candidatos al Premio Nobel de Literatura en los últimos años, lo que no le angustia, a decir del escritor, quien incluso se ha dado tiempo para sentarse en bancas de los parques queretanos a realizar dibujos, mientras escucha a la gente hablar, que de esa manera fue como aprendió a hablar el español, uno de los idiomas que más le gustan.
“Había leído a Cervantes, pero no al Inca Garcilaso de la Vega, y lo estoy leyendo. El idioma español me gusta mucho, lo aprendí en la calle, leyendo periódicos, viendo televisión, pero sobre todo en la calle.”
A lo largo de cinco décadas, el escritor se ha dado un tiempo para viajar “en español”, una temporada cada año, y otra parte la vive en la Isla de Menorca, en España, lo que le ha permitido conocer un poco más de la lengua, sobre todo disfrutarla, con lo cual sus conferencias las dio en español.
Cees Nooteboom se dio tiempo para hablar acerca de la situación de Europa, en lo que han sido desafíos que vienen desde hace décadas, porque las economías son muy diferentes entre los países del norte y los del sur, destacó. “Todas son cuestiones políticas, pero soy un escritor y un poeta, no soy un político”.
Uno de sus títulos más recientes es El Bosco, resultado de un documental en el que le participó en España y le permitió ver la obra El jardín de las delicias desde dos perspectivas: la mirada del veinteañero que vio por vez primera la obra y 60 años después, “lo que fue muy interesante, porque no eres la misma persona, mas la obra sigue siendo la misma”.
ASS