No solo su tamaño, su importancia histórica, los cuestionamientos sobre cómo fueron construidos, sino también las leyendas que hay detrás de Los Atlantes de Tula hacen que los turistas queden encantados y visiten la zona arqueológica de este lugar, un emblema de los tantos atractivos turísticos con los que cuenta Hidalgo.
Desde lo alto del templo de Tlahuizcalpantecuhtli, las cuatro representaciones de guerreros toltecas vigilan la zona que muestra un paisaje semidesértico tan característico del Valle del Mezquital, unido a un cielo azul que acaricia a los visitantes son sus fuertes vientos.
Tula, al igual que Teotihuacán y Tenochtitlan, fue uno de los más grande centros urbanos del Altiplano Central de Mesoamérica y tuvo una larga vida, de casi cuatro siglos en su momento de máximo apogeo (900-1000 d.C.); de hecho, el Instituto Nacional de Historia y Arqueología (INAH), considera que en el año 1000 era probablemente la ciudad más grande de Mesoamérica, con una extensión de casi 16 kilómetros cuadrados.
Este lugar, localizado al norte de la Cuenca de México, unificó a través del comercio y la conquista un vasto territorio en Mesoamérica, notándose sus influencias desde la zona del bajío hasta la Península de Yucatán, y aún hasta El Salvador y Nicaragua.
Los restos arqueológicos de Tula demuestran la importancia que llegó a tener la ciudad y los toltecas, ya que su sociedad estaba dividida en clases sociales, en la que sacerdotes y guerreros tenían los puestos más dominantes, siendo los campesinos los que ocupaban la parte baja de la pirámide social.
Es aquí donde se formó una sociedad multiétnica y socialmente estratificada que se caracterizó por la diversidad de costumbres que guardaban, así como conocimientos e ideas religiosas.
El espacio es resguardado por el Dios Quetzalcóatl, ubicado en el centro histórico de Tula de Allende, por lo que aquellos que gustan de la arqueología y la historia, pueden aventurarse a explorar los vestigios de esta ciudad que es muestra fehaciente de su majestuosidad.
Lo más visitado de este centro ceremonial es un adoratorio donde se reúnen los Atlantes gigantes de Tula, que con más de cuatro metros de altura y labrados en piedra basáltica que dejan a cualquiera que visite el lugar, asombrados de la belleza arquitectónica que existe en el lugar.
Costo de entrada a la zona arqueológica de Tula
Esta zona arqueológica abre al público de lunes a domingo de 9:00 a 17:00 horas, su costo de admisión es de 75 pesos por persona, y 35 pesos por el uso de cámaras de video.
Cómo llegar a la zona arqueológica de Tula
Para llegar se toma la Autopista No. 57, desviándose en el kilómetro 77 hacia la ciudad de Tula de Allende. El acceso a la zona arqueológica se encuentra bien señalizado; y si se ubica en el centro de Tula es posible tomar transporte colectivo que permite arribar a la entrada de la zona. El colectivo transita en dirección a Actopan, Iturbe o Santa Ana.