Al pasar por el pueblo veracruzano, grupos de mujeres se acercan a las vías para arrojar comida a los viajantes. ¿Quiénes son? Arturo González Villaseñor cuenta su historia en el filme Llévate mis amores.
¿Cómo se acerca a Las Patronas?
Llegué a ellas por mi proyecto de tesis que consistía en reactivar una radio comunitaria. Viajé al pueblo Paso del Macho, en Veracruz, que está como a 40 minutos de La Patrona. Los comunicadores hacen colectas de pan para llevarlo a las patronas, quienes a su vez se lo dan a los migrantes que viajan a bordo de La Bestia. Su actividad se me hizo muy interesante y fuimos a conocerlas. Creo que su historia es un vivo ejemplo de lo que significa ayudar a los demás.
¿Uno de sus objetivos es hacer conciencia a través de su película?
Nunca fue nuestra intención hacer una película para concientizar a la gente o para decir qué está bien y qué está mal. Queríamos honrarlas como grupo y mostrar lo que las hace fuertes en lo colectivo.
¿Lo hacen por instinto maternal, por solidaridad?
Hay un poco de todo. Lo maternal se nota en la forma en que preparan los alimentos; eso solo lo encuentro en mi casa, con mi abuela o mi mamá. Preparan entre 15 y 20 kilos de arroz o frijol dos veces al día, desde hace 21 años. Ese tipo de detalles muestra el amor que ponen en cada bolso. Sacan agua del pozo y llenan ochenta botellas diarias. Eso viene del amor fraternal y de la solidaridad. Son rasgos que no distinguen raza ni nacionalidad.
Algo verá en el presente de México que sintió la necesidad de mostrar esta historia.
Nuestro país y el mundo en general no pasan por un buen momento. La empatía que ellas sienten por el “otro” es lo que las saca adelante. Ayudan a los migrantes porque son quienes pasan por ahí, pero la realidad es que están dispuestas a apoyar a cualquiera. He oído cuestionamientos hacia ellas en el sentido de por qué no ayudan a los mexicanos. Quitemos las etiquetas, son ejemplares por su disposición hacia quien las necesita.
La cocina es un elemento importante en la película, casi un personaje más.
Definitivamente. Es el lugar donde todo se prepara, donde ellas conviven y piensan en los migrantes, a pesar incluso de que viven en un pueblo donde el campo está completamente descuidado. Creo que hay varios personajes alrededor de ellas y otro más es el tren que, de alguna forma, les da sentido.
¿Podríamos hablar también de que el matriarcado es otro de sus temas?
Sí. Se trata de un matriarcado enorme, del empoderamiento de la mujer, y nos damos cuenta de cómo esas mujeres han tomado la batuta de sus casas. No tienen descanso. Al principio, a los esposos y familiares les resultaba extraño: “¿Cómo vas a salir a las vías y les vas a dar de comer a otros hombres?”, decían, pero a ellas no les importó y salieron adelante a pesar del machismo.
Varias de ellas asumen su condición desde una posición determinista: “lo hago porque es lo que me toca”.
Cada una lo hace por un motivo personal. Lorena habla sobre el abandono de su familia, la operación a la que se sometió y cómo se sintió desplazada. Bernarda narra la historia del hombre que quiso casarse con ella pero lo dejó cuando él le propuso ir a Estados Unidos: al proveer de comida a los migrantes de alguna manera alimenta su amor imposible. Son mujeres valiosas, fuertes e increíbles pese a que no se califican así. El discurso de la película consiste en mostrar a personas que hacen una revolución todos los días.