Así como hoy se hereda una vivienda o las joyas a los familiares, en el Monterrey colonial los esclavos figuraban como bienes en los testamentos.
El Archivo Histórico de Monterrey (AHM) resguarda documentos que dan cuenta de esta práctica, donde vecinos decidían el destino de sus cautivos. Si bien los más benevolentes les otorgaban la "libertad" al fallecer, la práctica no era común.
Algunas actas del siglo XVII dan cuenta de cómo la esclavitud era una práctica común entre los vecinos acaudalados. Los documentos fueron facilitados por personal del AHM a Notivox Monterrey, de los cuales presentamos algunos fragmentos.
El mulato flechado Juan de Mendiola
Un joven mulato de 28 años, llamado Juan de Mendiola, tendría su libertad siempre y cuando su amo, el capitán Hernando de Mendiola, falleciera.
En el escrito de 1651 se narra que el joven había sobrevivido a dos flechazos en un ataque de indios que “cercaron la casa y estaban combatiéndola para matar a la gente de adentro”.
Juan era hijo de Mariana, una "negra portuguesa", y si bien tendría su libertad cuando el amo falleciera, aún tendría que "decir una misa anual, por su ánima". La libertad para el mulato no llegaba del todo.
Breve autonomía
Jerónimo disfrutó brevemente de su libertad, a causa de las deudas de su amo. Un documento fechado en 1681 explica que el capitán Diego de Ayala solicita "anular y revocar" la libertad del joven mulato a los tres años de concedérsela.
La suspensión tenía como raíz las deudas que el capitán tenía con un general de apellido Campa, junto con la Catedral de Guadalajara. De esta manera, Jerónimo tenía que regresar a su servicio.
En 180 pesos, de contado
"Libre de enfermedad pública y sana de cuerpo". Bajo estas cualidades se ofertó a Ignacia en el Valle de las Salinas, a un costo de 180 pesos que fueron pagados "en reales y de contado".
Se trata de una transacción entre Joaquín de Escamilla y Pablo de Treviño, donde el primero deja testimonio del acto en un documento fechado en abril de 1780. El texto reseña los antecedentes de Ignacia y sus antecedentes en la servidumbre de la familia, así como sus cualidades.
"Sin quebranto alguno en las partes que le componen su estructura para el servicio", resalta la descripción.
Esperando su libertad
Para que María y María Juana pudieran ser declaradas en libertad tenían que contraer matrimonio, o bien, esperar el fallecimiento de doña María Luisa de Pruneda.
El acta fechada en febrero de 1793 indica que ambas chicas eran hijas de María Candelaria, esclava de doña María. La vecina de Monterrey deja por escrito que le guarda cariño a su sirvienta por "el amor conque (sic) la han asistido, como por el cariño que les tiene por haberlos criado".
Archivo
En el Archivo Histórico de Monterrey se cuenta con actas donde se habla de la esclavitud en la época colonial.
Herencias
Algunos jefes de familias adineradas dejaban estipulado en sus testamentos que se les otorgara la libertad a esclavos.