EL SEXÓDROMO
Verónica Maza Bustamante
@draverotika
FB: La Doctora Verótika
Me encuentro, caminando en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, un libro escrito por Roser Amills, escritora y periodista mallorquina, titulado Las 1001 fantasías más eróticas y salvajes de la historia (editorial Entre Paréntesis). Por supuesto, llama mi atención, así que me sumerjo en la lectura, pero más en la capacidad que tenemos los seres humanos de imaginar.
En nuestra cabeza todo es posible y lo sabe su autora, quien ha develado, a través de libros, medios de comunicación y un blog, las historias sensuales, cachondas y divertidas que puede vivir cualquiera pero se llenan de magia cuando sus protagonistas son personajes públicos.
Aquí les comparto algunas para que se dejen seducir por ellas:
Ostras en el escote, comer cabellos…
Giacomo Casanova (1725-1798)
Casanova, rey de las fantasías divertidas, abusaba de las ostras (no había desayuno sin ellas, y por docenas, 50 para ser exactos). Además, utilizaba el pecho de una mujer como plato, pues sorberlas directamente del escote les producía gran placer a ambos. Otra receta de sus memorias, con el pelo como ingrediente: “Un día en que su doncella le cortaba a la señora F. las puntas de sus largos cabellos en mi presencia, me distraía recogiendo los pequeños y bonitos mechones y los iba colocando sobre el tocador, excepto un mechoncito que me metí en el bolsillo, pensando que no se daría cuenta. Pero, en cuanto estuvimos solos, me dijo con dulzura pero un poco seria que le devolviese aquel rizo que había recogido. Me pareció que me trataba con un rigor tan cruel como injusto, pero obedecí y con aire desdeñoso arrojé el rizo sobre el tocador”.
“Dime y hazme cosas sucias, amor”
James Joyce (1882-1941)
En una carta desde Dublín del 9 de diciembre de 1909, publicada en Cartas de amor a Nora Barnacle, Joyce escribe: “Pareces ansiosa de saber cómo recibí tu carta que dices que es peor que la mía. ¿Cómo que es peor que la mía, amor? Sí, es peor en una o dos partes. Me refiero a la parte en la que dices que lo harás con tu lengua (no me refiero a que me chupes) y en esa amable palabra que escribiste bien grande y subrayada, pequeña canalla. Es excitante escuchar esa palabra (y una o dos más que no escribiste) en los labios de una chica. Pero prefiero que hables de ti y no de mí. Escríbeme una larga, larga carta, llena de esas y otras cosas, acerca de ti, querida. Ahora ya sabes cómo regalarme una erección. Dime las más pequeñas cosas acerca de ti detalladamente mientras sean obscenas, sucias y secretas. No escribas otra cosa. Deja a cada oración llenarse de impúdicas palabras y sonidos. Son lo que más amo oír y ver en el papel, porque las más sucias son las más hermosas”.
“Mantequilla de cacahuete no: exceso de calorías”
MADONNA (1958)
De jovencita dejó los escrúpulos en su Michigan natal y los cambió por un cóctel de sexualidad, provocación y frialdad con todo tipo de experiencias. Cuando por fin decidió dejar de lado sus devaneos y sentar la cabeza para casarse con Sean Penn, la boda fue portada de Time, People y Life. Sean estaba rabioso, no sabía que Madonna había filtrado a la prensa el lugar de la ceremonia… Así que ella le denunció por agresiones y le pidió el divorcio. Muerto de celos y borracho, la encerró en su coche, le apuntó con una pistola y, cuando pudo escapar, Madonna se refugió en los brazos de John Kennedy junior. Éste lo consideró una señal. Si su padre había tenido un affaire con Marilyn, como si el destino estuviera jugando con sus hilos, el cachorro Kennedy se sintió abducido por el magnetismo animal de Madonna, como cuenta Randy Taraborrelli, su biógrafo oficial: la noche en la que inauguraron su amor, él cubrió su cuerpo con mantequilla de cacahuete y luego la lamió despacio. Pero más tarde Madonna desmintió aquella versión: “Tonterías”, dijo, “la mantequilla de cacahuete tiene demasiadas calorías. Fue crema batida baja en grasa”.
¿Murió virgen?
Jorge Luis Borges (1899-1986)
Declaraciones de la ex criada de Borges en una entrevista para la revista Loft, editada en Miami, en 2002: “El señor murió virgen”. Nada de sexo, ni con la que fuera su última esposa, María Kodama: “No era algo que le interesara, le tenía pánico […] vivieron juntos pero en camas separadas […] María le maltrataba, yo fui testigo. Le gritaba y un día lo empujó en la puerta del ascensor”, asegura Epifanía Uveda de Robledo, Fanny, que estuvo cuarenta años al servicio del matrimonio. Y da más datos: “El señor estuvo muy enamorado de Estela Canto, la adoraba, guardaba su fotografía. Ella fue su novia desde los 17, pero nunca tuvieron relaciones sexuales. Bueno, pobrecillo, no las tuvo nunca con ninguna mujer”. Elsa Astete Millán, quien estuvo casada dos años y medio con Borges, le contó que un día, después de su matrimonio, rozó la rodilla del escritor y éste se puso a temblar. Según la ex criada, esa boda fue una sugerencia de la madre del novelista, a quien éste adoraba y con la que vivió hasta que la mujer falleció. “Georgie, ¿por qué no te casas?, así no te quedas solo cuando yo me muera”, dijo Leonor Acevedo a su hijo, y éste decidió de inmediato contraer matrimonio.